martes, 10 de mayo de 2011

Vladimir Villegas: “Brutalidades de PoliBarinas son en defensa de la revolución, por lo tanto no hay nada que investigar”

En su columna, Vladimir Villegas señala el comportamiento de algunos diputados de la Asamblea Nacional, quienes se han encargado de “fortalecer y promover” la cultura represiva de los cuerpo policiales y asegura que el video de Polichacao tiene como finalidad “tapar los atropellos cometidos a Lorent Saleh” en Barinas.











Esto es lo que escribe Vladimir Villegas, tal como lo publica El Nacional:


Los atropellos cometidos por la policía de Barinas contra el estudiante Lorent Saleh y otros manifestantes tuvo en la Asamblea Nacional una respuesta por parte del Psuv que termina favoreciendo la impunidad con la cual actúan funcionarios de prácticamente todos los cuerpos de seguridad.
El traer a colación un video en el cual aparecen integrantes de Polichacao atacando de manera bestial a un grupo de detenidos no perseguía otro fin sino el de tapar, como los gatos sus porquerías, lo ocurrido en Barinas y colocar las cosas en un terreno simple pero lamentable.
Algo así como que lo que pasa en una policía “socialista” no es nada en comparación con lo que hacen las policías controladas por la oposición. Así estamos en materia de derechos humanos. Bien fregados.
Claro que es aberrante la conducta de esos funcionarios de Polichacao, y su actuación en ese caso amerita de una profunda reflexión por parte de las autoridades de ese municipio, porque tal vez no sea la única ocasión en que han actuado de esa manera. Pero más aberrante es que el Ministerio Público, teniendo conocimiento del caso desde hace bastante tiempo, no haya actuado con diligencia frente a la solicitud de investigación formulada por el propio alcalde Emilio Graterón.
Seguramente lo mismo ocurre con la mayoría de las denuncias de abuso policial, porque si hay impunidad en los delitos cometidos por particulares, ésta se multiplica cuando se trata de funcionarios. La solidaridad automática es el denominador común. Como un mago con un sombrero, los parlamentarios pesuvistas sacaron por arte de magia el video del caso Chacao.
Y con una habilidad digna de mejores causas ignoraron que en la tierra donde nació el líder de la revolución la policía se comporta como los chácharos de Gómez o los esbirros de Pérez Jiménez. Ello, por supuesto, vino acompañado de la respectiva cayapa comunicacional en toda la programación de VTV y otros medios estatales.
Un grupo de manifestantes encabezado por Lorent Saleh exige un juicio justo para el general Delfín Gómez Parra, único preso por el escándalo del Central Azucarero Ezequiel Zamora. La respuesta, una brutal paliza, disparos de perdigones a quemarropa y la detención de Saleh y su madre por desacato a la autoridad y agresión a funcionarios. Vale decir, comentario al margen, que uno de los principales señalados en este caso de corrupción es prácticamente el segundo hombre a bordo en la Gobernación de Barinas. La Asamblea Nacional, o mejor dicho, su mayoría, se niega a investigar este caso, como tampoco lo hace la sumisa Defensoría del Pueblo. Sólo amerita una averiguación el caso Polichacao y, de paso, hay que involucrar a como dé lugar al ahora precandidato Henrique Capriles, porque para eso ya estamos en campaña y vale todo, como la novela brasileña. Es decir, hay brutalidades buenas y brutalidades malas.
Las que cometen los policías de Barinas son en defensa de la revolución, por lo tanto, no hay nada que investigar.
Este comportamiento de la Asamblea Nacional, donde hay parlamentarios que en el pasado defendieron los derechos humanos, como es el caso de Aristóbulo Istúriz, o fueron víctimas de la represión, como Freddy Bernal, ambos, por cierto, firmantes de la Constitución, como quien esto escribe, lo que hace es fortalecer y promover la cultura represiva y, por ende, legitima el abuso y el maltrato físico contra manifestantes. Lo más grave es que el resto de los poderes públicos involucrados en estos temas actúan de la misma manera.
Las víctimas de esta situación no son sólo los manifestantes agredidos brutalmente. También lo es la carta magna, convertida en letra muerta por los policías abusadores y por quienes en lugar de meterlos en cintura les aplauden la gracia.
“El abuso como cultura policial”
Por Vladimir Villegas

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